MI CRÓNICA SABATINA
Por José Jaime Daza Hinojosa
A mis queridísimos Lectores les pido excusas pues estaré tomándome unas merecidas vacaciones en este mes de Diciembre, y pronto retomaremos nuestras ya acostumbradas Crónicas Sabatinas, pero hoy 18 de Diciembre no es cualquier día, un día como hoy en el año 2015 falleció quien fuera la mujer que me trajo al Mundo y a la cual ame y seguiré amando hasta el final de mi vida; por esta razón decidí reenviar la Crónica que le hiciera en el mes de Julio, para conmemorar el Quinto (5*) Aniversario de su Fallecimiento, es muy posible que algunas personas de las que me siguen sábado a sábado no la hayan leído, acá se las dejo, es solo una pequeña muestra de lo que pude describir sobre Ella, pienso que me quede corto, pues fue para mí y para los que la conocieron una mujer : “Fuera de Serie, Extraordinaria, la Nobleza en Pasta “ !Descansa en Paz Madre Querida, estoy seguro que te encuentras a la diestra de Dios Padre! Te recuerdo todos los días! En los acontecimientos más importantes de mi vida siempre estuviste ahí, ¡cuánta falta me haces!
Hoy homenaje póstumo a mí adorada y siempre
recordada madre:
DILIA MARÍA HINOJOSA SIERRA
Hoy 25 de julio estuviera cumpliendo 87
años, mi mamá nació en La Jagua de Ibirico - Cesar en el año de 1933, de allí
se traslada a Patillal y a la edad de 14 años llega a La Junta - Guajira a
convivir con su abuela Helena Sierra (Nene). Su madre fue María Sierra Oñate y
su padre Luis Camilo Hinojosa Daza.
Si ustedes, queridos lectores, no
conocían la bondad y la nobleza, el desprendimiento y el amor por los suyos,
les presento a mi madre abnegada y querida. Ella tuvo 9 hermanos que amaba y
nunca permitía que hablaran mal de ellos: Luis Manuel, Argemiro, Víctor Julio,
Alfonso, Tobías, El Negro, Cristóbal, Gustavo y Gloria.
Recuerdo la vez de mi primer día de
clases que yo no quería asistir a la escuela y con decisión de mando, con una
varita de totumo en la mano, me dijo: “vas a estudiar pues yo deseo que
aprendas a defenderte en la vida con tus conocimientos y seas alguien de
servicio para tu familia y para la sociedad”, sabias palabras que se cumplieron
tal cuál y cuánto agradezco esos pencazos que más tarde me hicieron cogerle
mucho amor a los estudios y a mis profesores.
Mi mamá desde su adolescencia se radicó
en La Junta, y a los 19 años contrajo matrimonio con Laudelino Daza Mendoza,
joven apuesto y picaresco que vivía gallinaceando con muchas mujeres, pero que
cuando se enamoró y se casó con mi bella madre, se ajuició y como dicen por
ahí, encontró su media naranja, la mujer que lo hizo feliz hasta el fin de sus
días.
De esa unión nacieron 5 hijos, 3 varones
y 2 hembras: Jairo de Jesús, Armando José, María Elena, Carmen Alicia y seis
años después, cuando ya pensaron que la cosecha solo era de 4, nací Yo, el
vejé, el pechichón de mama.
Doy verdaderas gracias a Dios por
haberme regalado una madre tan especial, ella era servicial, amable y muchas
veces las cosas que le daban a ella, las regalaba a otras personas, y cuando le
preguntaban por qué lo hacía, decía simplemente: “ella lo necesitaba más que
yo, eso no importa, Dios me dará más” y así se cumplía, nunca le faltaba, pues
su generosidad era infinita y todo lo que repartía siempre se le multiplicaba.
Mi madre luchaba por el bienestar de sus
hijos y se esmeraba fervientemente porque no nos faltara nada, era incansable,
tenía a su cargo los quehaceres de la casa, le gustaba hilar cabuyas de Fique y
tejía lindas mochilas, pues esto además de divertirla, le ayudaba para los
gastos de la casa. Nunca olvido mi viaje a Maracaibo - Venezuela al grado de mi
hermano Armando, me confesó que estaba dichosa, pues ya teníamos médico en la
familia, ese día, junto a mi papá comentaron que era un día para no olvidar
jamás, pues se recogía el fruto de tantos sacrificios y se hacía realidad el
anhelado sueño de tener un profesional en la familia.
En La Junta todos le decían Yiya y su
misión era servir y ayudar a todo aquél que lo necesitara.
Le doy gracias infinitas a Dios por
haberme regalado una madre Santa y buena; cuando inicié a trabajar en el
Cerrejón procuré siempre satisfacerle en todo lo que estuvo a mi alcance, su
felicidad era la mía, y si volviera a nacer, seguro que quisiera ser su hijo
nuevamente.
Quién tenga la dicha de tener su madre
viva, les invito a quererla y cuidarla mucho, lo cierto es que Yo hasta el fin
del fin de mi vida viviré agradecido y orgulloso por esa gran mujer que Dios me
regaló como madre.
Te amaré eternamente Dilia María, como
le decía algunas veces, o Yiya, como siempre le decía.
BLOG DEL AUTOR: José Jaime Daza Hinojosa
“El Juntero Futurista”.
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