Cuento. John Javier Acosta Rodríguez
A la abuela, mi vieja del alma...
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"A mí no me tomen foto, carajo. Que yo no soy burla
de nadie, les he dicho" |
Ustedes creen que esto pueda ser vida: una mujer que ha criado doce hijos, treinta y dos nietos y seis biznietos, y que tenga que pasar la vejez en medio de esta soledad, desamparada, y sin nadie en el mundo a quien quejarse, a quien decirle "Ve, dame tal remedio para tales males" o, simplemente, "Carajo, hijos de mierda, denme para comprar el arroz, que el único granito que había se me acabó la semana pasada".
Nada. Jesús, María y José, no, esta no es vida. Nada más fíjense en el vestidito que llevo puesto: ya no le cabe ni un remiendo más. Claro, es que las cosas tienen que acabarse de tanto darles uso. Antes ha durado mucho: todos los días del mundo me lo quito, lo lavo, lo pongo a secar al sol, y me lo vuelvo a poner. Pero, bueno, y entonces qué hago. Yo no me puedo quedar desnuda, y no tengo más.