martes, 21 de marzo de 2017

‘Leandrito’, el eterno médico de La Junta

Después de muchos años de trasegar por la vida, Leandro Sierra Acosta volvió a radicarse en su pueblo natal, La Junta. Ha ejercido por más de seis décadas como médico empírico, sin cobrarle consulta a sus paisanos.
Sus diagnósticos acertados y recetas precisas, son admirados y respetados por los más afamados médicos que han tenido referencia de sus procedimientos.
‘Leandrito’, el que vio las primeras luces en La Junta, el 17 de enero de 1931; el séptimo de los doce hijos del hogar conformado por Leandro Sierra Cataño y Felicia Acosta Martínez, es un hombre que hace parte de la historia del sur de La Guajira.


Vocación por la salud

Luego de la prematura muerte de su padre, y al cumplir 15 años de edad, ‘Leandrito’ tomó la decisión de salir de La Junta y se radicó en Valledupar, donde alternaba sus estudios con el trabajo que había conseguido en la farmacia ‘Bogotá’, propiedad del doctor Benavides, un prestigioso médico quien identificó en el joven guajiro el gusto, la dedicación y una gran facilidad para preparar medicamentos, habilidad que se reflejó en la fama que adquirió y que le valió ser llamado a trabajar en la farmacia ‘Tropical’ en el municipio de Fundación. Transcurrieron pocos años para que su renombre llegara hasta Barranquilla, donde fue contratado por la farmacia ‘Vida’.
Pensando en devolverle a su región los conocimientos adquiridos acepta la invitación del entonces director del hospital ‘Rosario Pumarejo de López’ en Valledupar, quien lo nombra en el área de farmacia, y terminó como ayudante de los médicos cuando se practicaban cirugías.
Cuando inició su apostolado en la salud, Leandro Sierra se trasladaba por las trochas estrechas en su Willy carpado color verde modelo 53, para salvar vidas.
Para esa época, ya era famoso y conocido como ‘Leandrito’. Gracias a la cercanía con su pueblo La Junta, sus viajes eran frecuentes, desplazamientos que facilitaron el noviazgo con una de las mujeres más hermosas e inteligentes del pueblo, María Teresa Gutiérrez Maestre, con quien decidió casarse y formó un hogar de seis hijos que ya le han dado 14 nietos.
‘El médico del pueblo’
Leandro Sierra Acosta es un hombre trabajador, honesto, humilde y servidor; siempre ha prestado sus servicios en forma gratuita, a cualquier hora del día o de la noche. Cuando inició su apostolado en el campo de la salud, se trasladaba por las trochas estrechas y llenas de escalerillas en su carro Willy carpado color verde modelo 53 a salvar vidas.
Por la carencia de médicos en la época, le tocaba prestar primeros auxilios, pero también servía como ginecólogo, traumatólogo, neumólogo, pediatra e internista, labores donde sus amplios conocimientos le permitieron hacerlo con decoro y lujo de detalles.
No contento con su accionar como médico, ‘Leandrito’ decidió incursionar en la política, lanzándose como candidato al concejo del municipio de San Juan del Cesar durante el gobierno del general Rojas Pinilla, logrando resultados positivos que le permitieron mantenerse en el cabildo durante diez periodos.
Actuando como concejal, consiguió que ‘El Salto’, principal sitio turístico de La Junta, tuviera mayor concurrencia gracias a la gestión de los recursos para construir una escalera en concreto, así como el bulevar en la calle ancha de la población. También se desempeñó como Jefe de Asuntos indígenas de La Guajira actuando con eficiencia y responsabilidad.

Amigo eterno de La Junta

Hoy, a sus 83 años, goza de buena salud y buena memoria, es un excelente anfitrión, acompañado de su esposa María Teresa.
Su mayor sufrimiento lo vivió en la reciente época de violencia, cuando grupos armados que incursionaron en La Junta, lo obligaron a marcharse del pueblo; y aunque fue uno de los últimos en salir, luego de dos años regresó feliz y confiado a una población que es su vida y su alegría.
‘El médico del pueblo’, es hoy el máximo e indiscutible representante que aún vive en La Junta; donde formó parte de una generación que marcó huellas imborrables en la región y cuyo aporte en las áreas de la política y la salud han permitido que La Junta sea un pueblo lleno de historia y riqueza cultural.

El amigo de Diomedes
Otra de las facetas de este ilustre ciudadano guajiro es su amistad con el fallecido cantautor, Diomedes Díaz, que lo bautizó como ‘El médico del pueblo’.
“La verdad es que en Carrizal conocí a Diomedes desde muy niño, de edad de 10 años, aproximadamente, y desde siempre fuimos muy amigos, incluso decía que era su segundo papá. Desde muy niño fue trabajador y muy apegado a sus padres que lo levantaron con su trabajo. Diomedes, ya venía con lo de querer ser cantante, y mucho que le costó para demostrar su talento. Comenzó como compositor y después, ya como cantante. Puedo decir que ese amor por el folclor vallenato se lo inculcó su tío Martín Maestre”.
Leandrito cultivó una gran amistad con el fallecido cantautor, Diomedes Díaz, que lo bautizó como ‘El médico del pueblo’.
Leandro Sierra recordó esas historias del artista que como lo indica “ha sido el mayor cantante de vallenatos del mundo” y que nadie pensó que llegara tan lejos.
“A Diomedes cuando se enfermaba de gripa, diarrea o de otra cosa sus padres, Rafael y Elvira, gente honrada y trabajadora, me llamaban para que lo viera y lo curara. De ahí surgió esa amistad sincera y grata que nunca acabó. Solo la muerte nos separó”. Diomedes saludó a Leandrito en 17 ocasiones en las distintas producciones musicales.
Cuenta que cuando Diomedes comenzó a desplazarse a Valledupar para estudiar y arrancar con su carrera musical Leandrito fue su apoyo constante. “Siempre que iba a viajar a Valledupar o para otra parte llegaba a mi casa. Me pedía el pasaje o lo mandaba con mi hermano King Sierra, quien tenía un carro mixto, de carga y pasajeros”.
Leandrito, de igual manera destacó el talento de su verdadero amigo Diomedes, y dijo que lo que se ganó, principalmente su fanaticada, fue con esfuerzo, dedicación y carisma.
Entre los cientos de recuerdos está la vez que junto con Diomedes fue declarado en la institución educativa Mugues Manuel Lacouture, como Bachiller Honoris Causa. “Ese día fue glorioso al recibir el diploma al lado de Diomedes Díaz, del que nunca me cansaré de admirar porque si lo conocí de verdad, verdad. Era amigo de esos que ya no vienen”.
Por Hermes Francisco Daza /27 de Septiembre, 2014

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